martes, 21 de diciembre de 2010

La Señorita Yonqui visitó el corazón de marcianos inciertos.


Regreso en la nocturna claridad, urbe de posibilidades diversas,
soy una muchacha cualquiera con su perfume,
las aceras y ventanas escupen inadaptados,
el enorme tragaluz impone sus visiones a los transeúntes (…)
En medio de todo, soy esta muchacha que aprendió a flotar sobre el horizonte,
podría asombrar a magos y chamanes,
prefiero caminar dejando que mueran las ansiedades,
sentarme en cualquier sitio,
saltar al cielo con todos estos trucos que jamás usé.
E.M.R

La Señorita Yonqui visitó el corazón de marcianos inciertos. Cruzó la esquina y se retocó los labios,caminó por pieles y sangres, avenidas incendiadas por gemidos gritados al oído. La señorita noche cruzó la puerta, agitó la cabeza, apagó la colilla en la oscuridad de su garganta. La señorita vértigo recibió las señales: un espejo roto abandonado en un árbol de la quinta con cincuenta y pico. Después escribió una canción que no tiene nombre, sólo ondas de música esmaltadas con ruiditos de corazones estrujados. La señorita desamor se marea en las bajadas, por eso toma té cada mañana antes de sumergir los pies en el agua, por eso acomoda su falda y despide a los visitantes. Se deja embellecer por el viento.



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