sábado, 27 de octubre de 2012

La culebra



La Señorita Yonqui se ha roto muchas veces los huesos, ya no es una figura con venas y dientes, tiene las pestañas distorsionadas y así, puede ser una serpiente de colores vivos que desaparece al tercer parpadeo. La noche huele a playa, ese viento insaciable mezclado con sonrisas y bronceador, saliva, canciones suaves y parasoles sin nombre.  La ciudad es la noche, una carretera con ecos que se diluyen con el calor.

Quiere escupir que grita
Ser mordida por el sol
Mecerse sobre la tierra que crece con la lluvia de la primavera