martes, 22 de febrero de 2011

Memoria de mis ancestras


Puede que mi [abuela] y yo seamos cyborgs, pero además, mi relación con la química de su cerebro, con sus recuerdos, con su cuerpo es como la relación que se establece con una prótesis. El lugar donde desarrollo esta identidad protésica es mi comunidad hipotética en el ciberespacio.
Theresa M. Senft


 Así las sombras el amor enmudece.
Las palomas se rascan el corazón sobre el cobertizo de un hospital sin nombre
De repente vuelan, como empujadas por el sol, hacia el cielo de una ciudad gastada con los años,
con el acelere del miedo, con historias secretas, perdidas para siempre en un andén del centro.

Mientras tanto, ella acaricia sus olvidos,
Me mira desde algún lugar del tiempo, con sus tristes ojos grises.
Su boca, detrás de una careta de oxígeno, sonríe, acaricia, mima, como en la infancia de patios de guayabas y gallinas con corazones enormes.

Acaricio sus manos, su piel agrietada.
Me reconozco en ella; en la forma de las piernas, en el signo del zodiaco,
en el amor por la gente, por los animales, por la comida, por el humo azul que endulza las palabras.

Su pecho sube y baja como marea mecida por la luna,
Me reencuentro en el útero, en mi antecesora más antigua, en las mujeres que hemos ido siendo.
Ya no peleo con las que no quiero ser, acaricio sus sombras y las mías, tal vez los ríos del tiempo si nos hagan más sabias, nos permitan soltar y hacer la vida con tranquilos movimientos.

Las palomas revolotean, escucho sus golpeteos en el centro del vientre,
Hay un eco hueco en algún lugar de la tierra,
vacío de tiempo, no sabemos si llegue a alguna parte. 

****

La ciudad arde,
la vida arde,
ellas preparan sus valijas,
el amor se estrelló contra un vidrio estriado por el afán de la tarde.
La máquina se detiene.
Les despido con siembras de orégano en menguante, con amor saltando del pecho, con colores regados por la casa…”otra forma de llegar a los renacimientos”.
La muerte, profunda y ensoñada, la muerte dolor, la muerte necesaria, la muerte ausencia, la muerte como un nuevo lugar para ella, florecida y acuática, fresca, luminosa, tierra, agua, naranja, luna mutable.
El universo expande su cauce. Lista para el viaje, ahora su energía flota libre y se instala en el aire.
Las tardes rodarán y mañana seremos otras, con nuevos adioses, con otras pieles, con toda esta memoria de vientos y cariños, memoria infinita, memoria que se celebra, memoria que se descifra y es tiempo y es azar y es certeza de habitarnos.

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