domingo, 28 de noviembre de 2010


La señorita Yonqui se baña en sales de mercurio
pétalos alucinógenos que reverdecen al atardecer.

Escapó de la ciudad,
de las tormentas solares,
del muchacho amarillo.

Recorre la carretera,
naufraga en ocasos que electrifican la piel.

Ahora sabe quién es:
un yonqui del sol,
de los renacimientos,
del vértigo de la piel,
de las calles encendidas,
de las chicas vampiro,
de las canciones que ruedan por el río.

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