Pocas veces contó hasta 3 antes de sumergir su
cuerpo en las olas. Después inventó nuevas velocidades, exploró el misterioso
fondo del mar. Ahora camina lenta y atenta a las señas de su cuerpo. Cose con
babas alucinógenas su desconocido vestido; a veces pierde las agujas y los
hilos, no reconoce las señales y atribuye nombres a lo desconocido; mira el
reloj, olvida las canciones y pasa horas tratando de desmoldear y moldear la
infinita tela. Tiene miedos, los oculta con tul y destapa con artilugios de
alquimista, los roza y olvida, los trafica en calles tuguriosas, los escribe en
papeles que deja de alimento a las palomas. Quiere soltarse como la colgada: pende
de un pie, asoma la cabeza al vació y está desnuda. Colgada de la rama del
árbol Ms. Yonqui puede ver el mundo al revés; se marea, vomita, respira,
confecciona palabras y se deja mecer por el viento.
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