El dejavoo
permanente donde una mujer con el pelo más, o menos corto, la piel morena, los
ojos rojos y las piernas cerradas, se sienta a saborear el viento que baraja
los naipes.
Tampoco grita.
No toma el avión ni rompe el tickete.
Cada plan tiene plazos que vencen al amanecer.
Cada hombre se esculca el corazón y mancha el espasmo de nicotina
y sangre.
sólo la diapositiva de un ocaso donde el sol parecía decir que los
ahogados se cansan y regresan a tierra firme.
Que las colillas se extinguen
pero la piel humedece y el azar zigzaguea sobre las múltiples
caras del tiempo.
No baja la
voz.
Cada enero
un suicidio y después cigarros verdes con cerveza.
Ella no
conoce el final,
0 comentarios:
Publicar un comentario