Dice estar a las 5:00 en un lugar reconocido por el sol y las
carreteras agrietadas. Dice estar pero sólo salpica. La esperan. Esperan su
saliva. Esperan que se quede con la misma intensidad que quieren zafarse de los
malos sueños. Toma impulso. Se lanza a la noche. Simula regiones. Camina
acompañada componiendo un trazo impreciso que la conecta con mundos que no sabe
si todavía desea. Gime. Se apaga. Sube a un bus y se duerme con la primera canción
de la radio. Otro agosto. Otro hombre enredado entre las piernas. Otra
incertidumbre y las uñas pintadas de rojo noche. Ahora aprieta los párpados
queriendo desaparecer. Ahora su método falla. Los olores se filtran en la piel
pero no se queda con ninguno. Quiere fugarse pero debe esperar, crear
estrategias para el corazón, para el cuerpo, para la picazón en el centro de la
noche. La señorita yonqui está parada en la esquina de la casa verde viendo
como el horizonte se desparrama entre casas amontonadas. Cada quien a lo suyo,
que nadie dependa de su corazón.
miércoles, 23 de febrero de 2011
martes, 22 de febrero de 2011
Memoria de mis ancestras
Puede que mi [abuela] y yo seamos
cyborgs, pero además, mi relación con la química de su cerebro, con sus
recuerdos, con su cuerpo es como la relación que se establece con una prótesis.
El lugar donde desarrollo esta identidad protésica es mi comunidad hipotética
en el ciberespacio.
Theresa M. Senft
Las palomas se rascan el corazón
sobre el cobertizo de un hospital sin nombre
De repente vuelan, como empujadas
por el sol, hacia el cielo de una ciudad gastada con los años,
con el acelere del miedo, con
historias secretas, perdidas para siempre en un andén del centro.
Mientras tanto, ella acaricia sus
olvidos,
Me mira desde algún lugar del
tiempo, con sus tristes ojos grises.
Su boca, detrás de una careta de
oxígeno, sonríe, acaricia, mima, como en la infancia de patios de guayabas y
gallinas con corazones enormes.
Acaricio sus manos, su piel
agrietada.
Me reconozco en ella; en la forma de
las piernas, en el signo del zodiaco,
en el amor por la gente, por los
animales, por la comida, por el humo azul que endulza las palabras.
Su pecho sube y baja como marea
mecida por la luna,
Me reencuentro en el útero, en mi
antecesora más antigua, en las mujeres que hemos ido siendo.
Ya no peleo con las que no quiero
ser, acaricio sus sombras y las mías, tal vez los ríos del tiempo si nos hagan
más sabias, nos permitan soltar y hacer la vida con tranquilos movimientos.
Las palomas revolotean, escucho sus
golpeteos en el centro del vientre,
Hay un eco hueco en algún lugar de
la tierra,
vacío de tiempo, no sabemos si
llegue a alguna parte.
****
La ciudad arde,
la vida arde,
ellas preparan sus valijas,
el amor se estrelló contra un vidrio
estriado por el afán de la tarde.
La máquina se detiene.
Les despido con siembras de orégano
en menguante, con amor saltando del pecho, con colores regados por la
casa…”otra forma de llegar a los renacimientos”.
La muerte, profunda y ensoñada, la
muerte dolor, la muerte necesaria, la muerte ausencia, la muerte como un nuevo
lugar para ella, florecida y acuática, fresca, luminosa, tierra, agua, naranja,
luna mutable.
El universo expande su cauce. Lista
para el viaje, ahora su energía flota libre y se instala en el aire.
Las tardes rodarán y mañana seremos
otras, con nuevos adioses, con otras pieles, con toda esta memoria de vientos y
cariños, memoria infinita, memoria que se celebra, memoria que se descifra y es
tiempo y es azar y es certeza de habitarnos.
viernes, 18 de febrero de 2011
¿Y si las
palabras no llegan?
¿Y si el
tiempo pesa sobre los ojos como una ola del Pacífico?, pensaba mientras leía
las plantas de sus pies.
La escritura
surrealista se deslizaba mejor por su chakra de la garganta que la existencia
realista.
La uña ya
estaba desencarnada, la piel dorada por el sol de la ciudad.
La tercera
línea tenía picazón y auguraba tranquila incertidumbre.
1pm: la
banda sonora hacia rechinar los vidrios.
La primera
línea hablaba de las maquilas de la libertad.
El corazón
ya había estallado, los ríos corrido su cauce de sal y sangre.
La sexta
línea no podía leerse claramente, seguramente no auguraba nada, sólo
recomendaba sembrar con delicadeza todas las muertes.
1:14 pm: el
humo estaba guardado en un estante inexistente, por eso su boca no profería
palabras.
La segunda
línea ordenaba hacer un altar.
2: 20 pm:
Tejía un agujero para arrojar todos los miedos, la octava línea hablaba de
partir.
3,2,1,0,
tiempo infinito: la vida debía explotar en armonía, el cuerpo dejar de temblar
antes de terminar el invierno.
((Imagen: Pipilotti Rist))
jueves, 10 de febrero de 2011
Amores
Mientras Nyneve y yo
andamos por el mundo con pisadas inciertas y pies blandos, rehaciendo una y
otra vez nuestros pasos sin una finalidad determinada, él arde de furia y
voluntad, avanzando siempre hacia su destino. Quiere ser el mayor alquimista de
la Tierra toda, quiere ser maestro de maestros, quiere hallar la piedra
filosofal.
Rosa Montero, Historia
del Rey Transparente
Ms Yonqui
rumiaba los rostros de sus amigas, cada una con una batalla profunda, cada una
con colores, ciclos y cielos.
A su lado
las arañas explotaban en colores y podían lamerse las heridas con tintos, humo,
caricias, exploraciones psíquicas y mágicas.
Ms Yonqui
sana mientras explora carreteras profundas, a su lado, muy adentro de sí misma.
Si cierra
los ojos puede estar atenta de sus propias persecuciones, sin grandes discursos
y pretensiones sobre la libertad.Sintiendo en su corazón que viene y va
mientras encuentra sus formas... amorfas y cambiantes.
Por lo
demás, los sueños traen lo necesario:los símbolos y las respuestas.
Si abre los
ojos, puede verse con las manos extendidas, enviando los miedos al cielo, el azaroso EGO al centro de la tierra, los enredados
pensamientos al vientre de la mar. El afán no viene de afuera, no hay ninguna
competencia masculina hacia lo exitosamente concluido, ningún DIOS, ningún
juez que determine el punto de llegada. Introducirse en sus tiempos da asco:
querer llegar, ganar, tener, ser, balbucear. Por eso Ms Yonqui saca la lengua a
la lluvia y refresca su corazón. Por eso toma dirección oeste, directo al
charco fresco, a la guarida sintiempo ni fórmulas.
Enredarse,
regresar, jugar, ronronear, amarlas, descubrir letras, voces y secretos de
mujeres que tejen con pócimas secretas la política y la historia. Apretar sus
manos al ocaso, desnudarse y relatarse, escarbarse, carcajear. Sacar lo que nos
oprime por dentro y por fuera, experimentar formas para llegar allí, a lo que
late, libera y despierta. Las feministas. Las brujas. Las de ningún nombre. Las
que siembran y están allí, aquí, sinceras.
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