Regreso al mundo cuando todo está en silencio. Las bombillas se
apagan. Las flores violeta se riegan desobedientes por el camino. Los semáforos
duermen. Los gritos se acomodan en el bajo vientre para ser transmutados en
sangre. Las mujeres no somos así, como dicen los anuncios de la tele del
domingo. Lunes y martes las mujeres somos sólidas, los domingos arena, los
jueves viento, los viernes líquido ardiente. Los nodias no queremos ser.
Ensayamos otro tiempo, abandonamos la regla para jugar a ser otras;
empedernidas chispas mutantes que pulsamos, navegamos, transformamos,
escribimos, bailamos y morimos. Abro los ojos frente al río. Mi cuerpo se
sumerge hasta la mitad del universo acuático verde. Puedo ver mi sombra, mis
aletas prehistóricas, mis relatos a medias, mi formulación, mi agradecimiento,
mi deseo. La espuma explota en el centro de los ojos. buuuhhgluaglu. ¡¡Buah!!.
salgo con los ojos rojos y los párpados abiertos, explotan las sales, explotan
las imágenes favoritas de mi universo secreto; las que quiero guardar para
siempre, las que persigo cuando colecciono lugares, piedras, conchas marinas y
amores furiosamente dulces. Los días que vienen hablan del tiempo, de crecer,
de llorar hasta el fondo de la nausea existencial, de reir, experimentar,
separar y juntar, de pegar, armar, besar, expulsar; de pulsar, mover, buscar,
habitar. Dormiré en una montaña alta, azul como la del muchacho de la mirada clara.
Dormiré mis tardes de calor, mis noches demenciales, mi torrente acuoso de
palabras monstruosas y románticas. Llego a la habitación propia, montada en los
patines del miedo, el vértigo y el asombro, con sus conjuros solidarios de
cariño, con sus manos que me ayudan a batir la pócima antiangustias, despacito
para que no se agüe, ligerito para que espese y podamos tomarla a las 4 con un
peche.
Animación: dieguitotarotista
Animación: dieguitotarotista